jueves, noviembre 29

Verdades

Considero que hay que decir lo que hay que decir. Nada de quedarse callados. Entiendo –porque no soy tonta- que hay un momento y un modo. No se puede decir algunas verdades así como así.

Pero lo cierto es que muchas veces, la boca nos traiciona. O el cuerpo. ¿No sienten  que hay veces que  el corazón les palpita en todo el cuerpo? Esa necesidad de decir, de sacar afuera eso que les lleva tanto tiempo quemando las venas.

Lo más –retorcidamente- gracioso es que la mente nos dice no. Y no es que no la escuchamos, no. Directamente apartamos esa vocecita molesta y nos salimos con la nuestra.

¿El horror?

No. Tanto no. No veamos el vaso medio vacío. Muchas veces esos impulsos nos traen cosas buenas. Demasiado. Después nos reímos del autosufrimiento en el que nos obligamos a estar y con la sonrisa de suficiencia en la cara nos vamos a dormir imbuidos en la felicidad.

Pero hay veces que solo queremos que la tierra nos trague y dar vuelta el reloj de arena. Que todo vuelva al mismo orden que estaba antes. Bueno, hoy no es totalmente uno de esos días… Pero se acerca.

Lo única diferencia es que yo soy dura y difícil de roer. Ya me caí y ya me levante muchas veces. Calculo que eso hace que en vez de lo que en otro tiempo fuera un golpe certero, hoy me cause una extraña añoranza de ese sentimiento que llamaba tristeza.

Todavía siento, y creo que en demasía. El tema es que hay cosas que prefiero dejar de lado y concentrarme en las cosas buenas. Después de todo, no quiero repetir historias.

Pero si, hay veces que me pregunto que hubiese pasado si… Obviamente me detengo ahí. Ya estoy grande para estar contemplando posibilidades que seguramente en otros mundos se convirtieron en realidades. Así que en parte, sonrió por mis otros yo y les deseo lo mejor, después de todo, por algo tome otras decisiones.

XXX

Nova Moebius

miércoles, noviembre 28

Desafíos.

Volver a empezar siempre es difícil. Más si no estaba dentro de nuestros planes. Sin embargo, no importa cuanto nos caemos, aún así nos levantamos y seguimos intentando.

Talvez se deba a porque somos parcos, caprichosos y no aceptamos un no. Personalmente, me debato entre dos opciones. Creo que vale la pena vivir el desafío, arriesgarse y ver que pasa… Pero por otro lado, también me gusta pensar que lo hacemos porque confiamos. Que el impulso a seguir lo hacemos porque creemos que hay algo más, algo mejor.

Alguien me dijo hace poco que la única manera para evitar que el final sea el mismo hay que cambiar la historia… Bueno, la realidad es que esa no es la frase exacta, pero el punto se entiende. Así que cuando me encontré en el mismo punto, llorando y puteando por lo mismo, me hice esas preguntas fatales: ¿Qué quiero, y cómo lo quiero?

Obviamente, en ese momento no estaba pensando con tanta claridad y mucho menos tenía la mente despejada. Digamos que el pensamiento en frío, en mi caso, viene con el tiempo. El análisis posterior. Pero volviendo, el paso estaba dado, las cartas sobre la mesa y la ronda no había terminado.

Si hoy alguien me pregunta cómo me fue, le respondería con la verdad. Que todavía estoy juntando los pedazos de mi. Porque si, el cambio fue tan grande que me rompí en miles de pedazos y ahora la tarea consiste en encontrarlos y volver a armarme.

¿Dolió? Si. Como el infierno. Pero no hay cambio real si no las modificaciones no son de raíz. Ahora estoy volviendo a respirar.

Y créanlo, esto es una experiencia que vale la pena vivir.

XXX

Nova Moebius.