miércoles, noviembre 28

Desafíos.

Volver a empezar siempre es difícil. Más si no estaba dentro de nuestros planes. Sin embargo, no importa cuanto nos caemos, aún así nos levantamos y seguimos intentando.

Talvez se deba a porque somos parcos, caprichosos y no aceptamos un no. Personalmente, me debato entre dos opciones. Creo que vale la pena vivir el desafío, arriesgarse y ver que pasa… Pero por otro lado, también me gusta pensar que lo hacemos porque confiamos. Que el impulso a seguir lo hacemos porque creemos que hay algo más, algo mejor.

Alguien me dijo hace poco que la única manera para evitar que el final sea el mismo hay que cambiar la historia… Bueno, la realidad es que esa no es la frase exacta, pero el punto se entiende. Así que cuando me encontré en el mismo punto, llorando y puteando por lo mismo, me hice esas preguntas fatales: ¿Qué quiero, y cómo lo quiero?

Obviamente, en ese momento no estaba pensando con tanta claridad y mucho menos tenía la mente despejada. Digamos que el pensamiento en frío, en mi caso, viene con el tiempo. El análisis posterior. Pero volviendo, el paso estaba dado, las cartas sobre la mesa y la ronda no había terminado.

Si hoy alguien me pregunta cómo me fue, le respondería con la verdad. Que todavía estoy juntando los pedazos de mi. Porque si, el cambio fue tan grande que me rompí en miles de pedazos y ahora la tarea consiste en encontrarlos y volver a armarme.

¿Dolió? Si. Como el infierno. Pero no hay cambio real si no las modificaciones no son de raíz. Ahora estoy volviendo a respirar.

Y créanlo, esto es una experiencia que vale la pena vivir.

XXX

Nova Moebius.

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