domingo, marzo 1

Momentos

El ruido sordo de la calle que entra por la ventana entreabierta. El tumulto que sube como un remolino de palabras incompletas.
El aroma de colonia barata y humo de cigarro mentolado se mezclan en ese cuarto difuminado por las luces de neón que parpadean en el exterior. Brillos que juegan a las escondidas entre las aspas de aquel ventilador, que intenta ventilar sin dar resultado alguno.
Y de una pieza apartada se elevan como acordes desafinados, quejidos fingidos que poco importan para aquel que intenta acabar.
La fuerza erecta que sacude los cuerpos. Los ojos que buscan no encontrarse pero que lo hacen.
Sudor y purpurina que se condensan en la tranquilidad que envuelve la rutinaria escena. El pensamiento perdido de uno y las ganas de poseer del otro.
Y todo termina tal cual comenzó. En la vorágine de una ciudad gris, entre las luces frías de la noche.
Una propuesta más, una proposición menos. Y se desata la lucha de la pasión sin amor y el trabajo por sobrevivir.
El cuerpo que descasa el alma agitada por las emociones recientes.
El silencio inexistente que se rompe por el sonido de la ducha. El agua caliente que cae y lava el cuerpo recién poseído. El vapor que empaña el espejo viejo.
Y se encuentran nuevamente para terminar la transacción. No hay besos. No hay caricias estorbosas. No hay ataduras a un futuro inexistente.
Solo un adiós rápido sosteniendo el dinero pagado. Un adiós rápido olvidándose de que fue solo un trabajo.
No hay lágrimas por secar. La rutina es más fuerte que los sueños oxidados y la realidad apabullante.

XXX

Nova Moebius.